Hola a todos.
Lo primero daros las gracias a los que visitáis nuestro blog.
Lo segundo, me presento. Me llamo Pablo y soy programador informático de profesión. Con un trabajo sedentario, y no muy aficionado a deportes distintos de sillon-ball, puedo afirmar que estoy embarazado.
En esto que estaba yo el 2 de noviembre de 2007 con mi novia Estefanía en Madrid, esperando para cenar con unos amigos (22h) cuando me acordé de un mensaje que llegó a mi móvil (¿Te vienes a la sierra a andar?), que me envió Manu. Sin pensarlo demasiado, y no sé cómo acepté. Quizá pensando en que, "ya que no voy al gimnasio al que me apunté, por lo menos no estoy parado en casa como tantas otras mañanas de sábado. No será muy duro...Además hace tiempo que no veo a esta gente..." Así que, tras la cena me fui a mi casa tras dejar a mi novia en la suya, y a las 02:30 cerré los ojos. Y a las 07:00 los volví a abrir ("No voy, llamo y digo que no voy"). Levantarse después de haber dormido poco es una putada, pero más lo fue para mis compañeros de excursión, que habían hecho gala de su espíritu palantista, llegando a casa a las 05:30. Habíamos quedado a las 08:00.
Me levanto no sin esfuerzo, me ducho, me visto, salgo de casa, y voy al lugar de encuentro en Fuenlabrada, previo paso por la Cepsa. Y primera sorpresa: ¡éramos 3! Marchamos para Manzanares el Real, tardamos cosa de una hora, más o menos en llegar. Aparcamos y lo primero, desayunar (qué rica la palmera de chocolate). Después fuimos en busca de crema solar, de pan y de algo para llenar el bocadillo (qué jamón serrano, oiga - segunda sorpresa, ¡el precio! : O ). Ya estábamos listos para partir, y nos dirigimos a Canto Cochinos, a pocos kilómetros del casco urbano de Manzanares.
Tras prepararnos, empezamos a andar siguiendo la ruta de un libro que traíamos con nosotros. Y gente, cómo se nota cuando uno hace deporte y cuándo no. No sé si la ruta que hicimos es fácil o difícil; es la primera vez que, quitando excursiones de colegio e instituto, salgo por ahí a hacer senderismo en años. Lo que sí sé es que, mientras David y Manu iban casi como si nada, yo resoplaba como un caballo y sudaba como un cerdo; de hecho David tuvo que prestarme su camiseta de repuesto, porque la que llevaba puesta, y la sudadera que la cubría, estaban literalmente empapadas. Cuando me estaba cambiando de camiseta una señora me dijo algo sobre que si pudiese me silbaba, yo casi ni me di cuenta, sólo pensaba en andar y respirar.
Tuvimos que parar varias veces porque no podía más, me alegré mucho de tener un Twix a mano, que me dió fuerzas para coronar una pequeña cima donde pudimos ver otra de las sorpresas del día, unos ejemplares de Cabra Hispánica que nos miraban como pensando "ay, pobrecicos..."
A partir de ahí empezamos a descender, Manu y David querían subir un poco más alto, hasta los 1800 m si no me equivoco, pero yo supliqué que empezásemos a bajar, estaba que me moría de cansancio. Acabé con los pies deshechos por el descenso, no llevaba buenos calcetines.
Tras casi seis horas de marcha en total, volvimos al aparcamiento donde teníamos el coche, nos quitamos las botas (que gustazoooo) y nos comimos el jamón que habíamos comprado y el resto de cosas que traíamos de casa. Nos bebimos dos botellas de agua (yo casi una entera, de todo el líquido que había soltado). Y después de comer, vuelta a casa a descansar un poco.
¿Qué he aprendido de esta experiencia? Lleva ropa de recambio, andar con vaqueros aunque sean holgados no es buena idea, los calcetines siempre gruesos, las gafas de sol son tus amigas, un buen palo te puede ayudar en los momentos difíciles, las agujetas llegan para quedarse un par de días contigo haciéndote compañía... Y que tus amigos te echan un cable cuando lo necesitas, y que con su conversación y compañía te hacen la marcha mucho más agradable.
Así que nada, ¡a ver para cuándo es la próxima, que voy!
Lo primero daros las gracias a los que visitáis nuestro blog.
Lo segundo, me presento. Me llamo Pablo y soy programador informático de profesión. Con un trabajo sedentario, y no muy aficionado a deportes distintos de sillon-ball, puedo afirmar que estoy embarazado.
En esto que estaba yo el 2 de noviembre de 2007 con mi novia Estefanía en Madrid, esperando para cenar con unos amigos (22h) cuando me acordé de un mensaje que llegó a mi móvil (¿Te vienes a la sierra a andar?), que me envió Manu. Sin pensarlo demasiado, y no sé cómo acepté. Quizá pensando en que, "ya que no voy al gimnasio al que me apunté, por lo menos no estoy parado en casa como tantas otras mañanas de sábado. No será muy duro...Además hace tiempo que no veo a esta gente..." Así que, tras la cena me fui a mi casa tras dejar a mi novia en la suya, y a las 02:30 cerré los ojos. Y a las 07:00 los volví a abrir ("No voy, llamo y digo que no voy"). Levantarse después de haber dormido poco es una putada, pero más lo fue para mis compañeros de excursión, que habían hecho gala de su espíritu palantista, llegando a casa a las 05:30. Habíamos quedado a las 08:00.
Me levanto no sin esfuerzo, me ducho, me visto, salgo de casa, y voy al lugar de encuentro en Fuenlabrada, previo paso por la Cepsa. Y primera sorpresa: ¡éramos 3! Marchamos para Manzanares el Real, tardamos cosa de una hora, más o menos en llegar. Aparcamos y lo primero, desayunar (qué rica la palmera de chocolate). Después fuimos en busca de crema solar, de pan y de algo para llenar el bocadillo (qué jamón serrano, oiga - segunda sorpresa, ¡el precio! : O ). Ya estábamos listos para partir, y nos dirigimos a Canto Cochinos, a pocos kilómetros del casco urbano de Manzanares.
Tras prepararnos, empezamos a andar siguiendo la ruta de un libro que traíamos con nosotros. Y gente, cómo se nota cuando uno hace deporte y cuándo no. No sé si la ruta que hicimos es fácil o difícil; es la primera vez que, quitando excursiones de colegio e instituto, salgo por ahí a hacer senderismo en años. Lo que sí sé es que, mientras David y Manu iban casi como si nada, yo resoplaba como un caballo y sudaba como un cerdo; de hecho David tuvo que prestarme su camiseta de repuesto, porque la que llevaba puesta, y la sudadera que la cubría, estaban literalmente empapadas. Cuando me estaba cambiando de camiseta una señora me dijo algo sobre que si pudiese me silbaba, yo casi ni me di cuenta, sólo pensaba en andar y respirar.
Tuvimos que parar varias veces porque no podía más, me alegré mucho de tener un Twix a mano, que me dió fuerzas para coronar una pequeña cima donde pudimos ver otra de las sorpresas del día, unos ejemplares de Cabra Hispánica que nos miraban como pensando "ay, pobrecicos..."
A partir de ahí empezamos a descender, Manu y David querían subir un poco más alto, hasta los 1800 m si no me equivoco, pero yo supliqué que empezásemos a bajar, estaba que me moría de cansancio. Acabé con los pies deshechos por el descenso, no llevaba buenos calcetines.
Tras casi seis horas de marcha en total, volvimos al aparcamiento donde teníamos el coche, nos quitamos las botas (que gustazoooo) y nos comimos el jamón que habíamos comprado y el resto de cosas que traíamos de casa. Nos bebimos dos botellas de agua (yo casi una entera, de todo el líquido que había soltado). Y después de comer, vuelta a casa a descansar un poco.
¿Qué he aprendido de esta experiencia? Lleva ropa de recambio, andar con vaqueros aunque sean holgados no es buena idea, los calcetines siempre gruesos, las gafas de sol son tus amigas, un buen palo te puede ayudar en los momentos difíciles, las agujetas llegan para quedarse un par de días contigo haciéndote compañía... Y que tus amigos te echan un cable cuando lo necesitas, y que con su conversación y compañía te hacen la marcha mucho más agradable.
Así que nada, ¡a ver para cuándo es la próxima, que voy!
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