sábado, 10 de mayo de 2008

Un palantista en el Maratón de Madrid

El pasado Domingo 27 de Abril, El palantismo dio un paso al frente, y puso a 3 de sus componentes en la meta del Maratón de Madrid.
Paso a relataros mi experiencia:

La carrera comienza a las 9:00h y llegamos a las 08:15h. No pudimos calentar mucho, pues pasamos gran parte del tiempo esperando una enorme cola para entrar a los servicios y echar el último pis. (Por cierto que ya podían poner para los tíos los mismos meaderos que en la San Silvestre).
Tres son los retos: El primero acabar la carrera, el segundo, intentar realizarlo en menos de 4 horas; y el tercero, intentar bajar de 3h45m.

Nos tuvimos que poner bastante atrás en la salida, pero en esta ocasión no importaba, porque el plan era salir más conservadores que Aguirre y Roucco juntos.

Faltan 10 minutos para el comienzo, hay nervios, pero son positivos. En esos momentos dejas de pensar en los cientos de kilómetros (fácil incluso que haya sobrepasado el millar) que has hecho entrenando, en las medias maratones (Fuenlabrada, Segovia, Madrid) para la puesta a punto, en la última semana llevándote el tupper al cole para ponertee ciego a pasta y a arroz mientras los demás te miran como a un demente.

Quedan 5 minutos. Un tipo argentino lee en nuestras espaldas los apellidos de mi abuela, que falleció en noviembre. Nos deseamos suerte. A las 9:00h comienza la prueba, y cuando pasamos por la línea de salida Chema Martínez y los keniatas ya llevan un kilómetro. Qué más da. me despido de Elena y de mi hermano, ya que iremos a ritmos diferentes.

No han pasado 2 minutos y siento la urgente necesidad de volver a mear ¿Cómo puede ser si me vacié hace poco más de 20 minutos? Abandono la marea multicolor y en un árbol del paseo de recoletos me desahogo. Me reengancho y en breve adelanto al Quiti y a Elena, nos despedimos, ahora ya sí, hasta dentro de unas horas.
A la altura de las torres KIO, me animan mis padres, Bárbara, y un montón de gente que está en la calle. Adelanto a un atleta disfrazado de Groucho Marx que no para de soltar frases del mítico actor. Entre los kms 6-7, oigo que vamos a un ritmo de 5'40". Eso me parece un disparate, así que me quito el corsé del conservadurismo y aligero para intentar no hacer cincuenta y muchos minutos a mi paso por los 10.000m. Llegado a ese punto paso en 50'56", buena inyección de moral, porque ya estaba en una media de 5'05" el km.
De ahí a la media maratón, sensaciones muy buenas, corriendo ya siempre a menos de 5min el km, y pasando por lugares como la c/fuencarral (donde un vecino saca los bafles al balcón y pone ininterrumpidamente Carros de fuego), Gran Vía, calle Preciados, Puerta del Sol, c/Mayor, Palacio Real... Llegó a los 21kms 097m en 1:43:53. Todo marcha bien, pero surge un incoveniente. Comienzo a notar rozadura en la ingle izquierda. A partir de ahí y hasta el final cojo auténticos pegotes de vaselina en los avituallamientos, me los unto sin parar de correr y sigo sin pensar mucho en ello.
Por la casa de campo me cruzo con Ricardo el fisio, que está de voluntario con patines, le saludo y me ofrece vaselina, pero a éste no se la cojo por si acaso, que aún desconocemos su lado oculto. Todo sigue bien, llevo un ritmo entre el 15km y el 30km, de 4'56", sin variar ni un ápice. Me encuentro fuerte.

Pero en el 32km. Comienza la leyenda del maratón, cuando a tu cuerpo se le acaban todas las reservas y comienza a tirar de grasas y todas cosas que alguna vez abréis leído. De repente, subiendo por el paseo imperial, un calambre en un gemelo, bajo un poquito el ritmo y el dolor se queda estancado pero al menos parece que no va a más. Me repito un par de veces que eso no es un muro, no llega ni a bordillo.
Kilómetro 33, llevo unas 2h45' corriendo, en la puerta de un bar están mis padres, mi tío Jose, y Víctor, que sale con una cerveza fresquita. No le envidio. Voy preocupado porque aún quedan 9 kms y los dolores ya no van a remitir. El recorrido se recrudece aún más subiendo la ronda Segovia y después subiendo Méndez Álvaro, pero en cada punto kilométrico que supero, grito -¡P'ALANTE!- y sigo.
Justo antes de llegar a Atocha, le digo a una voluntaria que me eche reflex en los sóleos, y me lo echa en los bíceps femorales, sin comentarios. Por Atocha me animan Óliver, Aarón y Esther. Ya he bajado a 5'06" el ritmo, pero la realidad es que adelanto atletas continuamente, muchos de ellos andando.
En el 39km. Adelanto a un keniata de los buenos, que va andando (a saber desde cuando). Aún me quedan fuerzas para echarle humor y le comento a unos correrdores a los que rebaso que tan mal no iremos cuando hemos adelantado a éste. Ya no queda nada, el reloj me dice que por mal que vaya, voy a bajar de 3h40'. Acaba el paseo de Reina Cristina, y en la plaza Mariano de Cavia, giramos y toca subir Menéndez Pelayo, qué más que una cuesta parece una pared. La gente va fundida. Yo le pido a mi abuela que me empuje porque las piernas son ya dos plomos, pero el Retiro está ahí mismo -¡P'ALANTE!-. El público anima a todos por igual, da igual que seas familiar o no, a estas alturas de la carrera no hay nadie que no reconozca tu esfuerzo. -¡P'ALANTE!-. De repente, aparece entre la multitud, Jose, el secretario de mi cole, gritando y animándome (Dijo que vendría a verme, pero no le quise creer del todo) ¡Qué tipo más grande! Acaba la cuesta de Menéndez Pelayo, una larga recta llana nos lleva hacia la entrada por O'Donell del Retiro. El 41km está superado.

Entro al Retiro, la emoción a flor de piel. A 400 metros de la meta un atleta de unos 50 años yace en el suelo, no se puede levantar, No quiere que llamen al samur, pero no le queda más remedio. Eso es mala suerte y no que un balón de en el larguero. Oigo voces que dicen ¡Vamos Dani, muy bien! miro a las vallas, es el hermano de Elena.
Paso el 42km, la gloria queda a 195 metros. Un atleta veterano me coge por la cintura a modo de abrazo, me estrecha la mano y me dice -Lo hemos conseguido-. Le devuelvo el gesto. Mi abuela me empuja y no sé de donde salen las fuerzas pero alargo la zancada y esprinto los últimos metros. Cruzo la meta. Brazos en alto, olvido parar el crono, qué más da. Ya está. Un sueño cumplido. Tiempo: 3 horas, 36 minutos, 49 segundos.

2 comentarios:

Viajarconniños dijo...

Bravo Dani, y por supuesto a Quiti y Elena que tambien meritoria su carrera. Esperamos ver por aquí más azañas tuyas.
Nota: Si adelantaste a un señor con pinta de Keniata andando lo mismo si era africano, pero probablemente se dedicase al top manta,jeje, es broma. Seguro que el hombre tuvo un mal día en esos días que todo tiene que ir sobre ruedas.

Unknown dijo...

Bravo, bravo y bravo, sí señor, eso es palantismo y no lo mío :D . Enhorabuena por el esfuerzo, un abrazo!